Del virus de lo poético

Volver a estudiar me alegra. No es que haya dejado de hacerlo, hacerlo con propósito es lo que me alegra. Quiero terminar mi investigación, he allí el propósito. Y enmarcarla dentro de un programa de estudios me ayuda a ponerme metas claras. Me ayuda.

En las lecturas que hago, siempre fragmentarias, siempre entre dos tiempos, entre momentos del día y minutos robados al sueño o a otras actividades, me voy encontrando con personas que me hablan desde sus textos. Me voy reencontrando también, con cosas que había leído y que me esperaban allí, con mis subrayados de hace años -me quiero mucho cuando encuentro esas marcas que preveían ya este presente y que me ahorran mucho trabajo-.

Hoy me encontré, con Suely en su texto. Esa mujer enérgica que conocí en Asunción en 2011, en esos días que parecieron semanas, porque todo era intenso. Intenso es el texto, intensas sus posiciones. Hermosas.

«Si hubo un logro micropolítico significativo luego de los movimientos de los años 1960-1970 que nos aparta de aquel período, éste reside precisamente en la posibilidad de abandonar los antiguos sueños románticos de “soluciones finales”, ya sean utópicas o distópicas, que siempre han desembocado en regímenes totalitarios. Ahora bien, el proceso de reactivación de la potencia vibrátil de nuestro cuerpo actualmente en curso, pese a estar aún en sus albores, nos permite entrever que no existe otro mundo sino éste, y que es desde dentro de sus impasses que otros mundos pueden estar inventándose en cada momento de la experiencia humana. Éste es el esfuerzo del trabajo del pensamiento: ya sea que se plantee en el arte o en otros lenguajes, su tarea es la composición de cartografías, que se dibujan al mismo tiempo que cobran cuerpo nuevos territorios existenciales, mientras otros se deshacen.
Pero no seamos ingenuos: nada asegura que el virus crítico-poético que los mencionados gérmenes portan se propague efectivamente como una epidemia planetaria; ni siquiera el virus transmisible que porta cualquier obra de nuestro tiempo, por más poderosa que sea. Siempre existirá la cultura que es la regla y el arte que es la excepción. Lo que “puede” el arte es arrojar el virus de lo poético en el aire. Y eso no es poco en el embate entre distintos tipos de fuerzas, cuyo resultado son las formas siempre provisorias de la realidad, en su interminable construcción.»

De Archivomanía, Suely Rolnik: http://www.aica-paraguay.com/?p=2240