Para Damián, que nació

Porque compartimos el odio, pero sobre todo tantas otras cosas, como la calma y ese cariño que acompaña y que cuida.

Casida del odio (fragmentos)

Mario Bojórquez

III

Todos tenemos

una partícula de odio

y cuando el hierro arde en los flancos marcados

y se siente el olor de la carne quemada

hay un grito tan hondo, una máscara en fuego

que incendia las palabras.

(…)

VIII

Todos tenemos algo que decir de los demás
y nos callamos.

Pero siempre detrás de la sonrisa
de los dientes felices, perfectos y blanquísimos
en sueños destrozamos rostros, cuerpos, ciudades.

Nadie podrá jamás contener nuestra furia.

Somos los asesinos sonrientes, los incendiarios,
los verdugos amables.

(CODA)

En alguna parte de nuestro cuerpo
hay una alarma súbita,
un termostato alerta enviando sus pulsiones,
algo que dice:
ahora

y sentimos la sangre contaminada y honda a punto de
saltarse por los ojos, las mandíbulas truenan y mascan
bocanadas de aire envenenado y la espina dorsal, choque eléctrico,
piano destrozado y molido por un hacha y los vellos, las barbas y
el escroto, se erizan puercoespín y las manos se hinchan
de amoratadas venas, el cuerpo se sacude, convulsiones
violentas y todo dura sólo, apenas, un segundo y una última ola
de sangre oxigenada nos regresa la calma.