Dale. Seguí así. Seguí cagándote en las leyes y en las personas y sus derechos. Seguí. Dale.
Seguí destruyendo la ciudad, su entorno natural, seguí tratando de poner carteles hasta en mi dedo del pie. Seguí. Dale, te faltó un poro. Seguí robando, también. Seguí dándole puestos a tus primos, hijos, niñeras. Seguí cobrando comisiones allí donde no hay nada qué cobrar. Seguí mandando a la cárcel a escritores. Seguí acusando a campesinos, con las pruebas más absurdas.
Seguí. Que no te pare nadie. Que no te pare ni la contaminación del Lago Ypacaraí. Que no te detenga la polución ambiental ni la defensa del patrimonio natural. Que no te detenga nadie, acusándote de ladrón o traficante. Que no se le ocurra a ningún ciudadano detenerte. Que si trata será fácil pisarle la cabeza, y de paso, sacarle la billetera o sus tierras bienhabidas.
Dale, dale, dale. Seguí aprobando leyes que van en contra de todos, más temprano que tarde. Seguí pensando solo en vos y en tu presente.
Total, qué más da. Seguí cagándote en las leyes, las personas, en sus derechos. Después quejate, eso sí. Quejate de la violencia en las calles -porque claro eso no responde a nada, claro que no-, quejate del supuesto EPP, quejate de la suciedad en las calles o de que te roban el celular o de que te secuestran. Quejate, eso sí, porque eso claro que no tiene ningún sentido.
Y nosotros, dale, no hagamos nada. Miremos como vacas rumiantes cómo y de qué manera nos cagan. No hagamos nada de nada. Mientras destruyen la ciudad, el lago, mientras viven de nuestro dinero (viven, mueren, siguen viviendo). Miremos impávidos cómo y de qué manera se trafica la influencia (no nos equivoquemos, no es una gripe), cómo un escritor pasará una temporada en la cárcel (en el infierno, diría, pero la lógica Garay me metería presa) y cómo se acusa a personas a partir de un chicle.
Sigamos viendo este escenario, somos vacas, todas, rumiando bajo una capa de ozono muerta y un país expropiado.
Hoy querría romperle el alma a alguien. Al concejal, al senador, al diputado, al presidente, quiero romperle el alma al ciudadano rumiante. Me rompería el alma a mí misma con tal de empezar por algún lado.