Saco un montón de papelitos que quedaron en un bolso. Abro los papelitos, uno a uno. Transcribo las pequeñas agendas de abordo que elaborábamos con Graciela, sentadas en el restaurante o en la barra de cubierta. Esa barra convertida en escritorio de varios.
Cada vez que transcribo algo, lo recuerdo.